La corriente psicoanalítica se desarrolla en la época imperialista donde se agravan las contradicciones entre las clases. En el plano filosófico empezaron a dominar el irracionalismo, la mística, la teoría de que antes la voz de la raza y la sangre resultaba impotente la voz de la conciencia. Los cambios económicos y políticos engendraban en el medio pequeño burgués sentimientos de inquietud, presión, inseguridad hacia el futuro. En esta atmósfera se formó el sistema de concepciones de Freud sobre la estructura y la dinámica de la actividad psíquica.
En cuanto a Freud, una parte de sus trabajos esta dedicada de modo expreso a la psicología colectiva. Los conceptos y los modelos psicoanalíticos han sido traspuestos a la descripción y explicación de la mayoría de los fenómenos relacionales, tanto estructurales como afectivos.
Se ha indicado que Freud se interesó directamente por la psicología colectiva; pero luego, su descubrimiento de conceptos y datos analíticos tuvieron una influencia decisiva sobre numerosos clínicos orientados a la psicología social. Ello se explica con facilidad ante todo, porque Freud constituye el tipo mismo de un enfoque dinámico de la conducta y luego debido al desarrollo de la terapia de grupo, que debía poner a los psiquiatras frente a los procesos colectivos.
A menudo se pone la tendencia clínica a la tendencia experimental y subraya que la primera se atiene a las situaciones vividas que analiza en términos de psicología individual (motivaciones, ansiedad, defensas, decisiones, etc.) en tanto que la segunda trabaja con situaciones construidas artificiales con la ayuda de conceptos tomados de las ciencias físicas (equilibrios de fuerza, redes, valencia, etc.).
Sin embargo, se encuentran varias analogías fisicalistas en el lenguaje del propio Freud pero sobre todo ciertos términos y procesos parecen ser comunes y transespecíficos, en especial los de tensión, resistencia, conflicto, cuyo alcance es tanto individual como colectivo, psicológico como sociológico.
La oposición real solo subsiste en la medida en que ciertos investigadores tienden a reducir el mecanismo de los grupos a lo modelos freudianos de la familia (en particular a la relación entre padres e hijos) y a rechazar toda interpretación en términos ajenos al sistema de la personalidad e incluso a negar la influencia de las normas específicamente colectivas sobre las conductas. En rigor es uno de los puntos clave de la dinámica de los grupos, las acciones y las percepciones de los miembros son solo los elementos de una estructura compleja, no reductible a esos elementos.
En términos más generales, todos los investigadores que se interesan por la vida afectiva de los grupos y por el papel que en ellos representa lo imaginario; y todos los prácticos que se dedican a la formación psico-sociológica, tomaron una parte de sus conceptos y sus métodos del arsenal psicoanalítico. Pero la mayoría de ellos se esfuerzan por asociarle otros recursos tomados de Lewin.
Es preciso dedicar una atención especial a este último. Aunque separa expresamente del psicoanálisis y en lo esencial se ha dedicado a la terapia individual, sus aportes (que caracteriza la actitud “no directiva”) originales tienen prolongaciones en la psicología de los grupos. La comprensión empática ejerció una influencia muy grande en el dominio de la formación, a la vez como preocupación de apertura hacia los demás y como medio de facilitar ciertas evoluciones. Por lo demás estas ideas están muy difundidas en Francia, en los medios más diversos, hasta el punto de que a veces sucede que se asimile, convirtiéndolos casi en sinónimo, no-directivismo y dinámica de los grupos. Éste fenómeno entre otros, ilustra los rasgos de simplificación y de confusión, en el plano del sentido común.
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